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COVID-19 en Latinoamérica : la crisis que se vislumbra en el horizonte


América Latina ha comenzado su batalla contra el coronavirus en medio de revueltas ciudadanas, golpes de estado, economías desbaratadas y cambios de gobierno, sin duda un escenario no muy favorable cuando de salvar vidas trata.


La región no está pasando por su mejor periodo, las economías de los países más estables de la región han experimentado pobres avances, mientras que los más pobres se han visto aún más empobrecidos. En los últimos 7 años se ha visto un crecimiento sostenido de la pobreza y de la pobreza extrema en América Latina y el Caribe, superando el 30% y el 11% respectivamente, el crecimiento del PIB viene a la baja desde desde los años 50 anotando un modesto 0,1% en 2019, y la productividad laboral decae vertiginosamente en comparación al resto del mundo.


Nada de esto es producto del Coronavirus, sino más bien la antesala, un escenario producto de una desintegración de la región en materia política, donde las grandes alianzas entre países se han convertido en grandes fracasos a raíz de las ideologías individuales de los presidentes de turno, y donde las ideologías de extrema izquierda y extrema derecha se han confabulado para hacer las fronteras más fuertes y las democracias más frágiles.


Hacer frente a esta pandemia requerirá de enormes esfuerzos fiscales, con un alto costo social al mediano y largo plazo, lo que puede significar un retroceso enorme si no se adoptan medidas inéditas que permitan proteger no sólo las economías, sino también las soberanías.



Un escenario económico desfavorable


Los países de Latinoamérica están pasando periodos duros : Argentina, uno de los países más ricos en recursos naturales atada de manos y en una depresión financiera cada día mas profunda; Brasil, que a través de un gobierno de extrema derecha, ha impulsado políticas económicas que podrían calificarse de aberrantes con tal de generar liquidez; y países pujantes como Chile, México y Colombia que se han dedicado a sobrevivir a los gobernantes de turno por los últimos diez años.


La región está estancada en un crecimiento casi inexistente del 0,1% en 2019, una fuga de capitales sostenida en los últimos siete años (que ha pasado de 159MM USD en 2012 a 102MM USD en 2019), y un crecimiento de la deuda externa desde 2008 alcanzando los niveles de principios de la década de 1990.


Fuente : CEPAL - Estadísticas web

Fuente : CEPAL - Estadísticas web



Otro factor a considerar son los altos índices de pobreza de la región que ha experimentado un avance lento pero constante en los último años, llegando al 30,8% de pobreza y 11,5% de pobreza extrema, siendo los países más afectados Honduras, Guatemala, Venezuela, México y Nicaragua.


Otro factor a considerar es el empleo : en Latinoamérica y el Caribe se estima que el trabajo informal asciende al 53% en el grupo de personas en edad de trabajar, cifra que podría verse duramente aumentada ante una crisis económica.


La tasa de desempleo en 2019 cerró en 8,1%, lo que representa 25 millones de desempleados sólo con proyecciones para el 2020 (pre-Covid) al alza, en consideración que el problema no sólo es el desempleo, sino la precarización del mismo, lo que no ayuda a combatir la pobreza o la desigualdad.



Fuente CEPAL : Panorama Social de América Latina 2019

La pobreza, y la pobreza extrema cambian el comportamiento de la sociedad, la falta de acceso a la información y a un buen sistema de salud, pueden agravar la situación sanitaria en el corto plazo, agravando la desigualdad social y hacer más difícil la reactivación económica de los países más afectados.



Escenario geopolítico : cada cual por su lado


Parece que fue hace años que hubo un golpe de estado en Bolivia y que la ciudadanía se tomó las calles en Chile y Ecuador para exigir derechos fundamentales, pero no, de eso han pasado sólo seis meses, y hoy toda Latinoamérica está enfocada en parar un virus proveniente de un pequeño mercado chino, con sistemas de salud fragmentados y diferenciados, y con políticas económicas y no sociales.


Los países de Latinoamérica han pasado un 2019 lidiando cada uno con sus problemas : Argentina con un cambio de gobierno y un nuevo pacto con el FMI; Chile, Colombia y Ecuador con revueltas sociales sin precedentes por injusticias históricas; Bolivia con un golpe de estado luego de unas elecciones presidenciales sin terminar; Brasil con los incendios más grandes vistos en el Amazonas; etc… sin duda poco espacio para cultura, relaciones bilaterales y planes de fortalecimiento regional.


Las organizaciones como Mercosur o la Alianza del Pacífico brillaron por su ausencia en el panorama regional, y la radicalización de los gobiernos fue la tónica ante las crisis que se estaban viviendo, polarizando una vez más a una América Latina ya fraccionada; es más, en el 2019 vimos más esfuerzos para crear conglomerados ideológicos que por fortalecer la integración regional, en explotación de materias primas, o desarrollo de la industrial local. Así es el caso de la creación del PROSUR, con el sólo objetivo de derrumbar la UNASUR y generar un eje de trabajo de ideologías de derecha entre los presidentes de turno.


… La buena noticia es que la CELAC quiere enviar un satélite al espacio y con esto reactivar la unión Latinoamericana… saque sus propias conclusiones.


La realidad es que hoy, entre tratados y « destratados » , Estados Unidos y China tienen más beneficios arancelarios para la compra de materias primas que los mismos países latinoamericanos; un ejemplo de esto es que le país del norte paga menos que Colombia o Perú por el maíz producido en Argentina.


La fragilidad de la unión de los países de Latinoamérica, se debe a que los grandes proyectos de integración carecen de una visión de largo plazo, los mercados siguen siendo celosos los unos de los otros, y las ideologías políticas son básicas y fuertemente polarizadas, sin considerar que en pleno siglo XXI las iglesias siguen jugando un rol protagónico en las agendas sociales.


Latinoamérica se hunde entre la corrupción, el fanatismo religioso y una política de dos bandos… y es entonces cuando el COVID19 hace su entrada magistral en escena.



Sistema de salud en Latinoamérica


En los países de la OCDE el promedio de camas cada 1.000 habitantes es de 6,2, mientras que a cantidad de médicos por cada 1.000 habitantes es de 3,2. En Latinoamérica y el Caribe, estas cifras son de 2,1 y 1,9 respectivamente, destacando a Cuba con 5,2. y 7,5. De esto podemos concluir que el sistema de salud latinoamericano tiene una capacidad preocupante en comparación a los países que ya se encuentran en crisis.


Los sistemas de salud de la región son desiguales y muy fragmentados según el nivel de ingreso de las personas, por lo que el acceso a una atención limitada en cantidad es forzosamente más fácil para los grupos con mejores rentas, en cifras : en el primer decil de ingresos sólo el 34,2% se encuentra afiliado a un sistema de salud, mientras que en el decil 10 la el porcentaje asciende al 71,2%.


Fuente : CEPAL, Panorama Social de América Latina 2018.


Una explicación para esto es el gasto público en salud de los países de América Latina y el Caribe (ALC). Según consta en el informe de la CEPAL de Panorama Social de América Latina 2019, el gasto público del gobierno central de países ALC es de 2,2%, frente al 6,0% recomendado por la OPS.


Los sistemas de salud privados, se permiten regir por el modelo de la oferta y la demanda, por lo que concentran ventajas tecnológicas y se dirigen a los sectores de mayores ingresos de la población, generando inequidad en los servicios de salud y diferencias importantes en la capacidad de atención entre los sistemas públicos y privados en términos relativos a sus públicos objetivo.


Los sistemas de salud en LAC no son solamente insuficientes para enfrentar una crisis sanitaria, sino que además no garantizan el acceso igualitario a la atención, segregando a la población según su nivel de ingreso económico.



Impactos económicos del COVID19 en Latinoamérica y el Caribe


Existe una relación directa entre la expansión del COVID19 y la proyección del crecimiento del PIB mundial para el 2020. La expansión de la pandemia afectará los niveles productivos de la región, especialmente a las PYMEs, a lo que se debe agregar la caída sostenida en la productividad relativa de los países de LAC.



Fuente: CEPAL, en base de datos de Bloomberg Economics, Goldman Sachs y Johns Hopkins University



Fuente: CEPAL, sobre la base de Total Economy Database, The Conference Board

En consideración de la fragilidad ya existente en la región, una caída en la productividad podría significar un enfriamiento generalizado de las economías, frenando el crecimiento e influyendo fuertemente en las tasas de desempleo y pobreza de la región.


Una región empobrecida y fragmentada es el campo perfecto para una disputa por el control económico de la región, principalmente entre China y Estados Unidos, quienes han presentado un marcado interés por tierras raras, minerales no metálicos, petróleo y productos agrícolas. A modo de ejemplo, desde 2018 México y Brasil se han visto beneficiados por la entrada de capitales Chinos en el área de la manufactura, así también Brasil y Argentina han amortiguado la baja de la demanda de soya por parte de Estados Unidos gracias al interés del país asiático (Brasil cubrió el 75% de la demanda de China en 2018).


Pero toda esta bonanza de libre mercado se vio enrarecida con la llamada « Fase 1 » del tratado entre Estados Unidos y China, que hace parecer que estos dos países buscan posicionarse sobre la región de una manera que los beneficie a ambos.


Según datos de la CEPAL en su conferencia del 19 de marzo de 2020, la caída las exportaciones pueden superar el 10%, mientras que el turismo espera una caída superior al 19% para los países del Caribe y el PIB podría experimentar un crecimiento negativo de hasta -4%.


Hoy existe un riesgo enorme no sólo de una coalición de dos superpotencias por controlar los recursos de la región, sino que además se suma el poco poder de negociación de los productores.



Latinoamérica unida : ¿La única solución?


El escenario actual se puede resumir brevemente : baja productividad, mayor desempleo, precarización laboral, aumento de la pobreza, fuga de capitales, menor crecimiento, fragmentación regional y pérdida de poder de negociación con grandes potencias internacionales. Claro, esto en un contexto de recesión mundial y sistemas de salud debilitados que demandarán una fuerte inversión de los estados.


Entonces, ¿cómo hacer frente a esta situación?


Lo primero, es tomar medidas inmediatas y gran parte de los países ya lo están haciendo; en materia sanitaria se están tomando medidas para controlar la expansión de la pandemia: cuarentenas, distanciamiento social, cierre de fronteras, limitación de transporte y los esfuerzos por aumentar la capacidad de atención de los servicios públicos, son sólo algunos ejemplos. Por el lado de la economía, varios países están tomando medidas de protección a las PYMEs y creando políticas monetarias para garantizar el funcionamiento del sistema financiero, y algunos han optado por aumentar las protecciones sociales y la protección al empleo.


Sin embargo, esto no es suficiente. Los países latinoamericanos y del Caribe cuentan con capacidades productivas que no están integradas entre ellas pese a la proximidad geográfica; la producción es primaria y poco sofisticada, y las negociaciones se llevan acabo de manera individual para productos homólogos.


El comercio interregional es cada vez más escaso, las alianzas más prominentes han quedado en segundo plano tras de los continuos cambios de gobiernos locales, y la política regional se ha polarizado al punto que cada cual libra sus propias batallas internas, sin importar los efectos que pueda tener en los países vecinos.


Los países latinoamericanos son altamente dependientes de los países extranjeros, y no cuentan con mercados regulados a nivel regional que permitan proteger a los productores y desarrollar una integración logística, así como tampoco un plan integrado de desarrollo de la producción de productos de primera necesidad que entreguen independencia en momentos de crisis.


La integración regional es una necesidad imperativa en estos tiempos de crisis para evitar un empobrecimiento de la región, que pueda hacer retroceder las economías diez años (o más).


Las oportunidades existen y es crucial utilizarlas a tiempo.


Una vez terminada la crisis sanitaria, vendrá la crisis económica acompañada de la crisis social, por los que los cambios deben ser significativos para liberar a los países de Latinoamérica y el Caribe de fanatismos e ideologías, que no han hecho más que frenar el desarrollo económico y social de este pueblo hermano pero desunido.



Carlos Contreras

Chambre de Commerce Latino-Américaine







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